INTRODUCCIÓN

      *LA INFLUENCIA DEL ENTORNO FAMILIAR

Es el primer y más importante espacio para el desarrollo social del niño.
El ambiente familiar es el conjunto de relaciones que se establecen entre los miembros de la familia que comparten el mismo espacio. Cada familia vive y participa en estas relaciones de una manera particular, de ahí que cada una desarrolle unas peculiaridades propias que le diferencian de otras familias. Pero el ambiente familiar, sea como sea la familia, tiene unas funciones educativas y afectivas muy importantes, ya que partimos de la base de que los padres tienen una gran influencia en el comportamiento de sus hijos y que este comportamiento es aprendido en el seno de la familia. Lo que difiere a unas familias de otras es que unas tienen un ambiente familiar positivo y constructivo que propicia el desarrollo adecuado y feliz del niño, y en cambio otras familias, no viven correctamente las relaciones interpersonales de manera amorosa, lo que provoca  que el niño no adquiera de sus padres.
En la familia se desarrollan las habilidades y capacidades pro-sociales del recién nacido. Esto facilitará si integración  al mundo social.
En el contexto de la familia la mayoría de niños establecen sus primeros vínculos socio-emocionales los cuales proporcionarán las bases de seguridad que necesitan para explorar  el mundo que los rodea y para el desarrollo de sus posteriores relaciones interpersonales.
En la familia se encuentran los modelos de aprendizaje para el desarrollo de habilidades necesarias para afrontar las diversas situaciones que brinda el entorno.
Padres, hermanos y quienes viven con el niño son cruciales para su desarrollo psicológico.
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En los últimos años los programas de Escuela de Padres se han convertido en una estrategia de promoción de salud en los hijos. El grupo de padres se convierte en un medio eficaz de cambio social al ser fuente de comprensión, expresión de sentimientos y apoyo. El objetivo de este estudio es analizar la influencia que la integración grupal tiene en el autoconcepto familiar y cómo incide en las pautas de socialización. 
La familia representa el escenario natural y cotidiano de promoción de la salud. Son numerosos los estudios que demuestran la relación significativa entre factores familiares de riesgo como el aislamiento social y las normas parentales inconsistentes, y consumos abusivos de drogas, prácticas sexuales de riesgo de los hijos, etc
Para que el ambiente familiar pueda influir correctamente a los niños que viven en su seno, es fundamental que los siguientes elementos tengan una presencia importante y que puedan disfrutar del suficiente espacio:


1. AMOR
2. AUTORIDAD PARTICIPATIVA
3. INTENCIÓN DE SERVICIO
4. TRATO POSITIVO
5. TIEMPO DE CONVIVENCIA



      DIMENSIONES BÁSICAS DEL                       COMPORTAMIENTO DE LOS PADRES  


La integración en el grupo de iguales, facilita modelos de conducta a partir de los cuales los progenitores infieren sentimientos de autoconfianza y competencia y desarrollan la percepción de control de la situación familiar, asumiendo su responsabilidad en la solución de los problemas. Esto es importante puesto que ser padre o madre requiere tener seguridad en las propias capacidades para abordar con confianza los desafíos educativos, es decir, tener la creencia de eficacia personal.


La autoeficacia personal representa, la actitud hacia uno mismo y la valoración de las propias capacidades para manejar con éxito las situaciones familiares, laborales, etc. a las que se enfrenta el sujeto. Su función de mediador sociocognitivo ha sido probada en diversas investigaciones. En la evaluación de resultados del programa de Escuela de Familias (EFF) se pone de relieve que los padres con mayor grado de eficacia parental, en comparación con los de menor grado de eficacia, responden adecuadamente a la conducta comunicativa de los hijos, les proporcionan apoyo afectivo y material y logran crear las condiciones familiares necesarias para transmitir expectativas de capacidad que favorezcan el desarrollo integral de los menores. Consiguientemente, los progenitores que piensan que pueden intervenir en la conducta de los hijos son los que más se esfuerzan por lograr sus propósitos como educadores.





Al igual que ocurre con la autoeficacia, la autoestima en el dominio familiar es un recurso psicosocial deseable. Los progenitores con alta autoestima se perciben valorados por los hijos, la pareja, los amigos y otras personas significativas. Además, la autoestima familiar predispone la actitud de ayudar a los hijos y facilita la expresión de sentimientos positivos hacia los mismos.
Las creencias de eficacia y autoestima de los padres desempeñan un papel determinante de los estilos educativos familiares, definidos como estrategias utilizadas para regular la conducta y transmitir valores y normas, al fomentar conductas de atención y cuidado apropiadas. Los padres que se perciben eficaces y valorados se caracterizan por practicar un estilo autorizativo, por orientar y guiar las actividades de los hijos de forma racional y centrar sus actuaciones en la resolución del problema. Los estudios apoyan esta línea argumental al constatar que las prácticas basadas en estilos comunicativos y de apoyo aumentan la capacidad de influencia y control sobre los hijos y la posibilidad de que adquieran y mantengan estilos de vida saludables.
Comunicar debidamente las reglas familiares es un ejercicio trascendental, puesto que informan al joven de cómo actúa la familia y de cómo debe actuar él o ella dentro y fuera del entorno familiar.
 Sin embargo, la comunicación padres-hijos suele ser pobre, predominando un estilo educativo autoritario basado en una comunicación deficitaria y unilateral
Practicar un estilo de apoyo socioemocional ajustado a las circunstancias y demandas evolutivas del neófito y caracterizado por compartir sentimientos y pensamientos con los menores y por hacerles ver que entienden y comparten sus sentimientos, es una conducta parental que refuerza actitudes y conductas preventivas deseables en los hijos. Representa un estilo educativo democrático caracterizado por afecto, comprensión y apoyo. 

En la infancia se pueden dar diferentes modelos de conducta según el desarrollo motivado por las pautas educativas inadecuadas, éstas pautas pueden ser las siguientes:
  • Escasa disciplina parental y control
  • Problemas de conducta en el niño
  • Rechazo por el grupo de iguales normalizado
  • Fracaso escolar
  • Compromiso con los iguales desviados
  • Problemas de drogadicción
  • ...

Teniendo en cuenta esto pretendemos averiguar la relación existente entre los distintos estilos educativos parentales y el posible desarrollo de una conducta adictiva por parte de los hijos.También queremos indicar que no nos gusta etiquetar a las personas pero la medicina moderna, y en especial la psiquiatría y la psicología, no hacen más que hacerlo con el comportamiento de los padres y, con la conducta de los niños y niñas.


Hay distintos estilos educativos según el comportamiento de los padres por su afecto y comunicación, control y exigencia. Se considera que, por parte de los padres, se diferencian cuatro estilos educativos del niño que vamos a indicar en el siguiente punto: autoritario, permisivo, democrático y de negligencia-rechazo.

            ESTILOS EDUCATIVOS


En la difícil tarea de educar a un hijo hay diferentes estilos educativos, la mayoría de los padres no encajan necesariamente en un patrón educativo determinado, pues el comportamiento varía dependiendo de las circunstancias en las que nos encontremos, pero por lo general se acerca a alguno de los estilos educativos que han sido descritos por la psicología evolutiva.

   La mayoría de los expertos en este campo, coinciden en cuatro estilos fundamentales, definidos según dos dimensiones básicas que son el afecto y el control, dando como resultado unos determinados comportamientos que caracterizan a cada estilo que serían los siguientes:

    • ESTILO AUTORITARIO: Es el estilo educativo donde el control es alto, con un gran número de normas impuestas (no negociadas), con preponderancia de los castigos sin dar explicaciones, grandes exigencias y muy pocos refuerzos de las conductas adecuadas de los niños, Al mismo tiempo la expresión del afecto es baja, sin una comunicación adecuada con sus hijos y no teniendo en cuenta sus intereses y necesidades.

Los hijos de padres autoritarios:
  • Son obedientes y sumisos cuando el control es externos (proveniente de los padres) pero en ausencia de estos son mucho más irresponsables y se muestran agresivos.
  • Tendencia a sentirse culpables y deprimidos.
  • Son niños con baja autoestima, y escaso control
  • Pocas habilidades sociales 
    • ESTILO PERMISIVO: Se encuentra en el extremo contrario, los padres que ejercen este estilo muestran altos niveles de afecto y comunicación, prevaleciendo los intereses y deseos de sus hijos, no les exigen que cumplan normas y tienen poco control sobre ellos, dejándolos que aprendan por si mismos.
Los hijos de padres permisivos:
  • A primera vista son entusiastas y vivaces pero son más inmaduros e incapaces de controlar sus impulsos.
  • Carecen de autocontrol y son poco persistentes en las tareas
    • ESTILO NEGLIGENTE: Son padres que no se implican en la educación de sus hijos, no les muestran afecto pero tampoco les ponen normas y no son sensibles a sus necesidades, aunque a veces cuando se ven desbordados por las conductas de sus hijos les imponen severos castigos.

Los hijos de padres negligentes:
  • Baja autoestima
  • No acatan ninguna norma
  • Poco sensibles a las emociones de los demás (baja empatía)
  • Son niños muy vulnerables a conflictos personales y sociales
    • ESTILO DEMOCRATICO: Los padres que aplican este estilo educativo, saben expresar adecuadamente su afecto, son comprensivos y sensibles a las necesidades de sus hijos, tienen en cuenta las capacidades de sus hijos exigiéndoles unos resultados adecuados, fomenta la comunicación y el consenso, les enseñan a respetar las normas y saben poner límites de forma razonada, utilizan el refuerzo más que el castigo, fomentando la iniciativa de sus hijos y el esfuerzo, enseñándoles a ser responsables y autónomos.
Los hijos de padres democráticos:
  • Están más felices consigo mismos y eran generosos con los demás
  • Más competentes socialmente, mayor autoestima, autonomía y responsabilidad, mayor autorregulación y desarrollo moral.
  • Son persistentes en las tareas que emprenden y tienen un buen autocontrol
  • Competentes socialmente

 INFLUENCIA DE LOS ESTILOS                                               EDUCATIVOS DE LOS PADRES


A pesar de que la escolarización obligatoria supone una ampliación  considerable de los contextos de socialización externos al hogar, cobrando una importancia creciente, la familia continúa ejerciendo una influencia notable sobre el niño.
Tanto la escuela como la familia son portadoras de la función que les es asignada y esta es el determinante principal de cuáles características psicológicas se acentúan y cuales se transforman.

Se parte en todo momento de considerar, por eso, a la familia como una institución social desde su carácter como sostén biológico, afectivo, económico del sujeto y a la vez por su dinámica interna, como un grupo a través del cual el sujeto adquiere las cualidades primarias de subjetividad que lo distinguen como ser social, portador en sí mismo de las características principales que lo distinguen como perteneciente a un determinado régimen social.
En la edad escolar, los patrones generales de influencia de las prácticas educativas de los padres sobre la autoestima, dependencia, motivación de logro del niño, etc., continúan siendo válidos (con referencia a la edad preescolar).
Encontramos continuidad, por ejemplo, en el hecho de que los niños educados en ambientes democráticos  siguen manteniendo las características positivas detectadas en los años preescolares; si además los padres han mantenido exigencias de conducta madura y una consistente exigencia de cumplimiento de reglas, la capacidad de los niños para tomar iniciativas, asumir el control de situaciones y esforzarse en las actividades cotidianas, es aún mayor.

Si en la familia, durante la etapa preescolar el niño ha resuelto la problemática de conquistar un lugar propio, no interfiriendo las relaciones entre sus padres u otros miembros adultos de su grupo familiar , lo que le conduce a no tener una relación de competencia (en la que compite con uno de ellos en tanto gana el favor del otro) ; es decir,  supera con ayuda de los padres, una relación lineal con estos; por una relación triangular, llega a la escuela con todos los poros abiertos para aprender todo lo nuevo que le espera. La competencia legítima es con sus iguales para ganar un lugar entre ellos y situarse de un modo auténtico en el grupo escolar; así puede lograr mejores habilidades sociales que lo sitúan en el lugar de los niños que tienen éxito en la escuela.
Generalmente los padres que puedan lograr esta triangulación son los que facilitan el tránsito hacia el nuevo espacio escolar.

Los patrones educativos de los padres producirán determinadas consecuencias evolutivas para el ajuste socio-emocional de sus hijos.

Crecer en un ambiente con un estilo educativo u otro tiene consecuencias importantes.
Es importante entender que los distintos estilos educativos interactúan con un niño que posee unas características, esto es, quizás con un niño determinado haya que aplicar más medidas correctivas que con otros niños más inhibidos. Por ello debemos entender estos estilos educativos de una forma flexible y adaptada a cada niño.


A grandes rasgos, las consecuencias de los estilos educativos anteriormente citados son:
  1. En los estilos educativos autoritarios, los hijos son obedientes y sumisos cuando el control es externo (en este caso los padres) pero en ausencia de estos se muestran agresivos y generalmente más irresponsables. Destacamos también la tendencia a sentirse culpables y deprimidos, por lo tanto, son niños con baja autoestima y escaso control. Por último señalar las pocas habilidades sociales que muestran los niños bajo un estilo educativo autoritario por parte de sus padres.
  2. En los estilos educativos permisivos, a primera vista los hijos son entusiastas y vivaces pero son más inmaduros e incapaces de controlar sus impulsos. Por otro lado carecen de autocontrol y son poco persistentes en las tareas.
  3. En los estilos educativos democráticos, los hijos están más felices consigo mismos y son generosos con los demás, son más competentes socialmente, tienen mayor autoestima, autonomía y responsabilidad, mayor autorregulación y desarrollo moral. Son persistentes en las tareas que emprenden, tienen un buen autocontrol y son competentes socialmente.
  4.  En los estilos educativos negligentes o indiferentes, los hijos suelen tener una baja autoestima, no acatan ninguna norma, suelen ser poco sensible a las emociones de los demás y por lo tanto poseen una baja empatía y por último son niños muy vulnerables a conflictos personales y sociales.
Los padres democráticos aceptan a sus hijos, les animan a que sean independientes y ejercen un alto, pero no arbitrario control de su conducta. Esto puede facilitar el éxito académico porque promueve la autoconfianza, la formación de la identidad personal y una orientación positiva hacia el trabajo. Estos niños manifiestan una menor tendencia a los problemas emocionales o a consumir drogas durante la adolescencia.
Por su parte, los hijos adolescentes de padres permisivos o negligentes también suelen culminar su proceso de individualización, pero al carecer de límites, son más proclives a consumir sustancias tóxicas.
Los niños de las familias autoritarias, cuyos padres no son receptivos pero sí exigentes, están menos individualizados y son más proclives a desarrollar problemas emocionales y más propensos a utilizar las drogas o conductas violentas como vía de escape catártico a su represión.




En definitiva, el estilo educativo de los padres puede potenciar o dificultar tanto el proceso de identificación y reafirmación personal como el rendimiento académico de sus hijos.