INFLUENCIA DE LOS ESTILOS                                               EDUCATIVOS DE LOS PADRES


A pesar de que la escolarización obligatoria supone una ampliación  considerable de los contextos de socialización externos al hogar, cobrando una importancia creciente, la familia continúa ejerciendo una influencia notable sobre el niño.
Tanto la escuela como la familia son portadoras de la función que les es asignada y esta es el determinante principal de cuáles características psicológicas se acentúan y cuales se transforman.

Se parte en todo momento de considerar, por eso, a la familia como una institución social desde su carácter como sostén biológico, afectivo, económico del sujeto y a la vez por su dinámica interna, como un grupo a través del cual el sujeto adquiere las cualidades primarias de subjetividad que lo distinguen como ser social, portador en sí mismo de las características principales que lo distinguen como perteneciente a un determinado régimen social.
En la edad escolar, los patrones generales de influencia de las prácticas educativas de los padres sobre la autoestima, dependencia, motivación de logro del niño, etc., continúan siendo válidos (con referencia a la edad preescolar).
Encontramos continuidad, por ejemplo, en el hecho de que los niños educados en ambientes democráticos  siguen manteniendo las características positivas detectadas en los años preescolares; si además los padres han mantenido exigencias de conducta madura y una consistente exigencia de cumplimiento de reglas, la capacidad de los niños para tomar iniciativas, asumir el control de situaciones y esforzarse en las actividades cotidianas, es aún mayor.

Si en la familia, durante la etapa preescolar el niño ha resuelto la problemática de conquistar un lugar propio, no interfiriendo las relaciones entre sus padres u otros miembros adultos de su grupo familiar , lo que le conduce a no tener una relación de competencia (en la que compite con uno de ellos en tanto gana el favor del otro) ; es decir,  supera con ayuda de los padres, una relación lineal con estos; por una relación triangular, llega a la escuela con todos los poros abiertos para aprender todo lo nuevo que le espera. La competencia legítima es con sus iguales para ganar un lugar entre ellos y situarse de un modo auténtico en el grupo escolar; así puede lograr mejores habilidades sociales que lo sitúan en el lugar de los niños que tienen éxito en la escuela.
Generalmente los padres que puedan lograr esta triangulación son los que facilitan el tránsito hacia el nuevo espacio escolar.

Los patrones educativos de los padres producirán determinadas consecuencias evolutivas para el ajuste socio-emocional de sus hijos.

Crecer en un ambiente con un estilo educativo u otro tiene consecuencias importantes.
Es importante entender que los distintos estilos educativos interactúan con un niño que posee unas características, esto es, quizás con un niño determinado haya que aplicar más medidas correctivas que con otros niños más inhibidos. Por ello debemos entender estos estilos educativos de una forma flexible y adaptada a cada niño.


A grandes rasgos, las consecuencias de los estilos educativos anteriormente citados son:
  1. En los estilos educativos autoritarios, los hijos son obedientes y sumisos cuando el control es externo (en este caso los padres) pero en ausencia de estos se muestran agresivos y generalmente más irresponsables. Destacamos también la tendencia a sentirse culpables y deprimidos, por lo tanto, son niños con baja autoestima y escaso control. Por último señalar las pocas habilidades sociales que muestran los niños bajo un estilo educativo autoritario por parte de sus padres.
  2. En los estilos educativos permisivos, a primera vista los hijos son entusiastas y vivaces pero son más inmaduros e incapaces de controlar sus impulsos. Por otro lado carecen de autocontrol y son poco persistentes en las tareas.
  3. En los estilos educativos democráticos, los hijos están más felices consigo mismos y son generosos con los demás, son más competentes socialmente, tienen mayor autoestima, autonomía y responsabilidad, mayor autorregulación y desarrollo moral. Son persistentes en las tareas que emprenden, tienen un buen autocontrol y son competentes socialmente.
  4.  En los estilos educativos negligentes o indiferentes, los hijos suelen tener una baja autoestima, no acatan ninguna norma, suelen ser poco sensible a las emociones de los demás y por lo tanto poseen una baja empatía y por último son niños muy vulnerables a conflictos personales y sociales.
Los padres democráticos aceptan a sus hijos, les animan a que sean independientes y ejercen un alto, pero no arbitrario control de su conducta. Esto puede facilitar el éxito académico porque promueve la autoconfianza, la formación de la identidad personal y una orientación positiva hacia el trabajo. Estos niños manifiestan una menor tendencia a los problemas emocionales o a consumir drogas durante la adolescencia.
Por su parte, los hijos adolescentes de padres permisivos o negligentes también suelen culminar su proceso de individualización, pero al carecer de límites, son más proclives a consumir sustancias tóxicas.
Los niños de las familias autoritarias, cuyos padres no son receptivos pero sí exigentes, están menos individualizados y son más proclives a desarrollar problemas emocionales y más propensos a utilizar las drogas o conductas violentas como vía de escape catártico a su represión.




En definitiva, el estilo educativo de los padres puede potenciar o dificultar tanto el proceso de identificación y reafirmación personal como el rendimiento académico de sus hijos.

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